Por su gran formato, esta alfombra no pudo haberse realizado antes de la segunda mitad del siglo XIX, cuando la tecnología textil fue capaz de crear telares lo suficientemente grandes y fuertes como para tejer estas piezas y soportar su peso durante su elaboración. Sin embargo, la manufactura de la alfombra del salón requirió tanto de esa nueva tecnología como de las viejas técnicas artesanales de tejido de tapicería. La lana es el material usado, así como los colorantes naturales entre los que destaca la grana cochinilla, elemento que aporta los colores rojo y rosa en sus diferentes tonos, suaves verdes y toques de naranja y amarillo. No es casual que la alfombra ostente motivos florales, uno de los motivos favoritos de la ornamentación textil de la segunda mitad del siglo XIX.