Las cuatro caras de esta arqueta, recubierta con placas de marfil o hueso y cantoneras de plata en sus esquinas, tienen escenas de guerra con una multitud de personajes distribuidos entre tiendas y murallas almenadas. En los escudos heráldicos al pie de esas representaciones, se muestran una luna pendiente de una cadena y la Señal Real de Aragón, por lo que puede inferirse que se trata de un homenaje a la Casa de Luna. Esta casa noble fue una de las ocho más importantes de ese reino, una familia guerrera distinguida por morir en batallas al servicio del rey en la Edad Media. Se trata de un baúl historicista, corriente desarrollada en el siglo XIX y principios del XX que intentaba actualizar las formas arquitectónicas y de mobiliario de tiempos pasados. Algunos de los estilos revisitados fueron el mudéjar, el románico o el gótico, este último, dominante en la arqueta.